ENTREVISTA

Y la humildad se hizo danza. Martín Zamora.

Aunque toda su vida ha estado vinculada al barrio de Nervión, hoy vive en Sevilla Este, un barrio que le permite llevar una vida tranquila y familiar. La culpa de ese cambio la tiene un pequeño y travieso niño de 3 años llamado Alberto.

Allí vive con su pareja, Alberto, guitarrista flamenco…como no. La decoración la justa, algún Ikea funcional navega entre pequeños detalles que nos indican que estamos en la casa de un flamenco, unas sillas de enea nos sirven de asiento. Sobre la mesa un enorme ramo de flores, tardé unos segundos en saber su procedencia. Días antes había representado su última obra en el Teatro Lope de Vega y este era el premio que recibía en el saludo final. Me lo enseña orgullosa.

En las paredes casi vacías sólo algunos óleos y fotografías de Alberto y Reyes en algunos de sus espectáculos, regalos de amigos

A los 8 años comenzó a estudiar danza y a los 18 casi había terminado la carrera de danza española, así que comenzó a estudiar Geografía por inquietud personal y ganas de saber. Una vez terminada la licenciatura comenzó a trabajar en la danza. “Nunca trabajé como geógrafa, pero la visión del espacio que la geografía me dio la uso en mis coreografías, cuando las monto uso la técnica de la cartografía”, asegura.

Entrevistador (E): ¿Desde cuándo Reyes León sabe que su vida va a estar vinculada al mundo del baile?

Reyes (R): Recuerdo perfectamente una cruz de mayo en los Remedios donde vi una escuela de baile puesta en un escenario. Tenía 3 o 4 años cuando vi esas niñas y sentí una libertad, una alegría… recuerdo esa sensación y pensé, Dios mío, yo quiero hacer esto.

E: Su trayectoria profesional ha estado vinculada al flamenco pero tiene también una formación en danza clásica, ¿qué le ha aportado?

R: Mucho, el conocimiento de tu cuerpo y como calentar, como estirar, como trabajar tu cuerpo para no lesionarte. Son aspectos que en el momento en el que yo estudiaba no se trataban en el mundo flamenco. Además la danza contemporánea me ha aportado creatividad y a nivel expresivo, su concepto de libertad. En el flamenco hay un poco más de „talibanismo‟, los roles…esto es el flamenco, no te salgas de aquí , hoy en día las nuevas generaciones ya se están haciendo cosas desde la libertad.

E: Durante los años 90 viajó mucho, ¿cuál fue el impulso para emprender ese camino? ¿qué se trajo?

R: El impuso fueron dos cosas, primero fue bailar, aquí no se podía pues me cogió la crisis del 93, tenía la oportunidad de trabajar fuera. Y en segundo lugar, la inquietud de conocer otras culturas, te aportan pues son muy distintas, por ejemplo, la japonesa, trabajan con otra disciplina, como planifican, el respeto… Todo eso que aprendes te lo traes en la mochila, y a la vez te dejas algo allí, un trocito de tu alma.
E: ¿Cómo se entra en el circuito profesional del flamenco?

R: Uffff sin padrinos que te apoyen ni familia flamenca o si no estás ligado a las peñas flamencas… es dificilísimo, es un mundo muy cerrado. Tienes que ir convenciendo poco a poco, llamando a muchas puertas. Debes auto-venderte, es la parte que menos nos gusta y la que más nos quema a todos los bailaores. Debes intentar hacer un buen trabajo para que te incluyan los programadores. Es muy fácil decir que hay que preocuparse del conocimiento y no tanto de ser conocidos, pero si no eres conocido no te programan. En las artes escénicas ocurre algo muy significativo, cuando eres joven y montas una empresa en cualquier actividad empresarial te llaman emprendedora, todo el mundo te felicita por ser valiente y tener ideas, pero cuando lo haces en el mundo de las artes escénicas te consideran una osada, como siendo tan joven vas a montar una compañía y vas a ponerlas en escena, con todo eso he luchado desde que era muy joven, he tenido que labrarme por mi misma. He tenido la suerte de trabajar en cuerpos de baile y escenarios prestigiosos, cuando estaba allí me fijaba en cómo se hacía la dirección escénica, a veces estaba mas pendiente de eso que del baile propiamente dicho.

E: ¿Es el necesario el apoyo público de instituciones en el mundo del arte? ¿qué papel deberían jugar?

R: Por supuesto que te sirve de ayuda, yo sólo he tenido una pequeña. Pero sobre todo es una fuerza que te da a nivel de autoestima, tampoco nos debemos quedar solamente en ellas, hay que intentar crear conciencia empresarial en las artes escénicas y que el productor sepa ahorrar para seguir produciendo. Durante los años de bonanza las instituciones crearon una red de apoyo que todos hemos utilizado, pero muy pocas compañías han podido sobrevivir sin esos apoyos.

E: ¿Se da el mismo apoyo a todas las compañías?

R: Por supuesto que no, hay diferencias de cifras enormes. Y aunque en principio los criterios de evaluación se publican, ¿cómo se mide el arte? Entonces volvemos a lo de siempre, buscan a los conocidos, a su trayectoria, las críticas…

E: ¿Como ves el panorama en el mundo de flamenco? ¿Que se está haciendo?

R: A nivel artístico en el flamenco se esta haciendo de todo, pienso que estamos en un momento fantástico. En la guitarra y el baile es donde más se ha evolucionado. La preparación de los bailaores es buenísima, son bichos. Es un momento buenísimo y que cada uno elija lo que quiere ver. Yo intento reflexionar sobre lo que quiero contar, ahora lo estoy contando con la libertad y cuando me muevo ya no me planteo en qué estilo me estoy moviendo. Utilizo el lenguaje del flamenco junto con otros lenguajes. Al final aparece un estilo personal y hemos conseguido algo propio. Con mucho respeto y conocimiento del flamenco tradicional pero sin quedarnos en ello.

E: El flamenco tiene un gran poder de transmisión desde el escenario, a veces ocurre algo mágico que los flamencos llaman el duende, ¿qué es para usted?

R: Yo he vivido el duende muy pocas veces en toda mi vida. Sobre el escenario se crea una energía, una chispa, entre los músicos y los bailarines, te miras entre tus compañeros y nos dedicamos un ¡ole! interno, luego no se vuelve a hablar de ello, pero ha pasado y es maravilloso. Hace que luego tengas una felicidad que dura días, se paraliza el tiempo y sientes flotar.

Y en esto llega la Gran Manzana, su último montaje, estrenado en septiembre de 2014. Es un espectáculo que surge de la crisis, “de la noche a la mañana estamos en crisis los occidentales, porque el resto del mundo siempre lo ha estado. Pero somos tan egoístas que sólo nos preocupamos cuando nos toca a nosotros”, afirma Reyes. La reflexión surge de ese desequilibrio y las injusticias sociales nacen en los vicios individuales, “miras hacia dentro y analizas cómo los pecados son un combate diario, todo el mundo siente soberbia, gula, ira, pereza…existe una lucha constante entre lo que quiero hacer y lo que debo hacer”. La gran manzana surge de esa mirada hacia dentro, la soberbia del ejecutivo o la ira del hombre que se enfrenta a su mujer para maltratarla, añade Reyes “también una visión del pecado desde el perdón, vamos a entenderlos y vamos a aprender a canalizarlos, no somos tan diferentes unos de los otros”.

E: La gran manzana es un espectáculo flamenco donde se introducen el jazz y la danza contemporánea, ¿qué le aportan?

R: El jazz es la música universal que se liga a esos pecados tan universales. Los pecados los situamos en una ciudad contemporánea como es Nueva York, tiene un dualismo entre los mayores capitalistas y el punto mas humano de los músicos del arte, de la libertad. Representa el bien y el mal dentro del ser humano. La danza contemporánea aporta la libertad que a veces el flamenco no me deja, es un respiro y es universal.

E: ¿Qué ha cambiado entre la Reyes León de hace 20 años y la de hoy?

R: No ha cambiado el juego, cuando era pequeña la danza para mi era un juego y sigo manteniendo ese punto infantil. Ha cambiado el peso, dar a luz y estar tan cerca de la muerte te cambia la forma de bailar, de subir al escenario, el nervio es diferente, es de responsabilidad y ya salgo a disfrutar. El equilibrio que he conseguido a lo largo de estos años, también a nivel emocional y anímico, se ha trasladado a un equilibrio físico y corporal, éste me permite moverme de otra forma.

Le cambia la expresión cuando comenzamos a hablar de su otra hija, la academia de baile La Castañuela, “la academia me aporta muchísimo, más que el baile. Trabajo con personas de todas las edades, clases sociales y culturas. Eso te da un conocimiento psicológico del ser humano que no te lo da otro tipo de trabajo. Y luego enseñar es maravilloso, los niños están desnudos, sin prejuicios, están abiertos a cualquier cosa que le quieras comunicar y si tú respetas su forma de sentir y la ves desde pequeño como siente, le buscas su forma, su técnica, para que ellos puedan transmitir su forma de sentir. Además el cariño que te aportan los alumnos no tiene precio. Si tuviera que elegir, me quedaría con la escuela, porque lo que te llevas son las personas.

No podemos despedirnos sin un último consejo de esta artista que se ha labrado por sí misma, “a aquellas personas que comienzan en este mundo les invito a que se pregunten de vez en cuando por qué bailan, que aprendan con respeto y que disfruten” afirma Reyes.